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de nuevos métodos de producción y en favorecer el aprovechamiento de subproductos o
fuentes vegetales locales como fuentes de compuesto bioactivos o aditivos [21, 22, 23].
A nivel global, los residuos vegetales agroindustriales constituyen un tercio de
los desechos alimentarios, comprendiendo a las pérdidas poscosecha y a los resultantes
de la actividad del procesamiento agrícola en general [24]. Pulpas, cáscaras, cortezas,
pieles, hojas, tallos y semillas contienen una enorme diversidad de metabolitos
secundarios entre los que se incluyen polifenoles, flavonoides, taninos, pigmentos,
ácidos orgánicos, vitaminas, fibras, pectinas y aceites esenciales, entre otros [25].
Muchas de estas sustancias son ampliamente reconocidas por su actividad antioxidante,
capacidad antimicrobiana o incluso antiinflamatoria, lo cual exige considerar su
potencial efecto benéfico en la salud (previenen el estrés oxidativo y diversas
enfermedades crónicas relacionadas), o bien, en sistemas alimentarios donde podrían
cumplir diversas funciones como aditivos conservantes/estabilizantes [26].
Por otro lado, la diversidad de especies vegetales disponibles en el país ofrece
la posibilidad de encontrar compuestos naturales con propiedades específicas,
beneficiosas para la salud y capaces de reemplazar ingredientes sintéticos actualmente
cuestionados por el consumidor o importados. El aprovechamiento sostenible de
recursos vegetales autóctonos/locales actualmente subutilizados, como fuentes de
ingredientes, nutrientes y compuestos fisiológicamente activos contribuye a la
generación de productos diferenciados con alto valor agregado [22, 27].
En términos generales, los tejidos vegetales constituyen materias primas
interesantes para la extracción, separación y estabilización por encapsulación de
compuestos fisiológicamente activos y/o tecnofuncionales. El aprovechamiento de
nuevas fuentes vegetales y/o subproductos reporta una oportunidad de agregado de
valor, posibilitando un uso sostenible de recursos biológicos renovables [28].
Tradicionalmente, el recupero de compuestos útiles a partir de materias
vegetales se ha llevado a cabo mediante separaciones sólido-líquido (ej. lixiviación,
maceración o percolación), con disolventes orgánicos no-polares (benceno, hexano y
éter de petróleo), o de polaridad intermedia (metanol, etanol, acetona) a temperaturas
y/o presiones elevadas [28]. En todos los casos, la obtención de compuestos puros
mediante técnicas convencionales es limitada debido a la persistencia de subproductos