Resistencias N° 1, Vol 1, Jun./ 2023- Nov./2023
Juan José Martínez Olguín
sociedad democrática argentina de los últimos 40 años, entre los que se encuentra, desde
luego, el propio momento fundacional, el período de su génesis, y, por otro lado, el
universo expresivo, el proceso diacrónico a través del cual aquellos diferentes momentos,
torsiones o pliegues de la democracia contemporánea en Argentina contrastan con
aquellos que emergen como nuevos y que le dan vida a los diferentes períodos o
momentos al interior de la temporalidad de esta última. Varias cuestiones se presentan,
para comprender cabalmente esta distinción y, sobre todo, sus efectos, centrales. En
primer lugar, ella nos habla, describe, el fondo, como diría Merleau-Ponty, sobre el cual
toda figura estilística nueva de la democracia (en este caso argentina, va de suyo), esto es
todo momento o pliegue nuevo de esta no puede, no pudo, sino ser posible en virtud de
ese contraste. En este sentido, el universo expresivo que organiza y dibuja la apropiación
singular e histórica de la tradición de los derechos humanos en nuestro país, que es,
asimismo, la figura, la expresión que toma su relieve, sus contornos específicos e
históricos en Argentina a partir del fondo de la expresión o tradición francesa de los
Derechos Humanos, actúa, para recuperar esa bella frase de Cristian Olaya (2022) sobre
el gaitanismo en Colombia, cada vez y en cada período o momento, también como su
dique, como nuestro dique en aguas turbulentas. Como fondo, por ende, le da el relieve,
la textura y la carnalidad singular del nuevo momento o período que se está constituyendo,
pero, a su vez, en tiempos de aguas turbulentas, insisto, (como es el caso, en efecto, de la
coyuntura actual con la emergencia del “libertarianismo liberal de Milei”), permite un
mínimo de equilibrio democrático entre los universos expresivo en pugna, conteniéndolos
en las fronteras perceptivas y expresivas de la democracia. Esto último, decía también
más arriba, es la segunda cuestión central ya que permite comprender en toda su
dimensión la profundidad, pero también los límites, de la reversibilidad del régimen
político nacido en 1983. Si, como sostuve, en buena medida la ruptura democrática que
significó el advenimiento de este último en relación con los regímenes de las décadas
anteriores, y sobre todo con las tradiciones y expresiones políticas previas,
fundamentalmente el populismo del peronismo clásico, el golpismo de la expresión
liberal autoritaria de la política argentina, y la expresión revolucionaria del peronismo,
produjo la emergencia de un régimen reversible, sobrerreflexivo, capaz de interpretar y
reinterpretar sus principios organizadores, el universo que lo hizo posible, en virtud, desde
luego, de la potencia expresiva, de la apertura radical que le da su estilo general
específico, al mismo tiempo esa reversibilidad, esa sobrerreflexión, nunca es completa,
totalmente reversible. Nada, en rigor, es completa o totalmente reversible. La carne de la