a los ahogos productivos y la suba de la demanda de importaciones para el desarrollo,
agotando rápidamente el saldo de divisas y desencadenando grandes devaluaciones,
algo que los ciclos de Stop and Go tan bien explicaron. No obstante, desde la era
neoliberal las crisis no tuvieron nada ver que con los fenómenos previos, sino que
esencialmente el motivo tuvo que ver con las vulnerabilidades del sector financiero:
deuda externa, corridas bancarias, saltos cambiarios, dolarización de carteras y ataques
especulativos. En todas ellas esto fue lo central.
De esta manera, la eterna vulnerabilidad argentina debida a la falta de divisas se
vio fuertemente agravada por la alta demanda de dólares en el último tiempo, pero no
debido a los fenómenos productivos como era antes en la era industrial, sino a todo
aquello ligado al mundo bursátil. A su vez, señalemos que entre 1975 y el fin del
gobierno de Macri existieron siete crisis económicas en esos 45 años, por lo que el país
sufrió un colapso promedio cada seis años y medio. Es decir, como vemos, el promedio
histórico de sufrir una crisis cada 10 años se acortó y la propensión a la debacle se
profundizó, haciendo crecer todavía más la inestabilidad crónica del país (Zícari, 2020).
En este mismo sentido, el cambio de modelo económico producido a mediados
de la década de 1970, en el cual el neoliberalismo, la Valorización Financiera o tener un
tipo de cambio sin controles (un dólar “libre” y sin cepo) fueron uno de los principales
factores que ayudaron a crear tal vulnerabilidad, especialmente por la fuga de capitales
que implicaron, dado que en todas las crisis del período, las batallas cambiarias fueron
centrales (Müller, 2001; Basualdo, 2006).
Repasemos lo así sucedido. Las batallas contra el modelo económico de la
dictadura militar empezaron en el verano de 1980: ya en marzo de ese año se dieron las
primeras quiebras y caídas de bancos, cayendo sistemáticamente decenas de entidades
financieras más, lo cual se agudizaría también tiempo después con la desconfianza
creciente hacia la “tablita”. Aun cuando se realizó la devaluación de comienzos de 1981
para corregir el desbalance externo, el dólar finalmente no tuvo techo: vino el default, la
guerra, la estatización de deudas y nuevas corridas bancarias y cambiarias. Con todo, el
descontrol cambiario continuó y fue un motor descomunal de la inflación: si la suba de